jueves, 23 de enero de 2014

0035 Catedral Santa María la Real de la Almudena,Madrid,Comunidad de Madrid,España.

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© Álbum 0035
By Catedrales e Iglesias
By Cathedrals and Churches
Par Cathédrales et Eglises
By catedrals i esglésies
Archidiócesis de Madrid
www.iglesias-espana.blogspot.mx/


CATEDRAL DE LA ALMUDENA
Arquitecto: MARQUÉS DE CUBAS, 1879-1892
ENRIQUE MARIA REPULLÉS, 1900-1916
Calle Mayor, 90

Al carecer Madrid de Catedral, nuestro antepasados del último tercio del siglo XIX se plantearon la necesidad de construirla. El lugar elegido no presentaba duda: sería enfrente del Palacio Real, donde la habían proyectado los arquitectos del Rey como Sacchetti, Sabatini o Silvestre Pérez.
Tras el fracaso de la I República y la vuelta al trono de la Casa de Borbón, en la persona de Alfonso XII, la Iglesia recuperó la fuerza que el liberalismo le había recortado y gran parte de las propiedades que habían sido expropiadas por sucesivos gobiernos anticlericales, desde el reinado de José Bonaparte hasta la Revolución de 1868.
A lo largo del siglo XIX, Madrid se había transformado en una hermosa ciudad gracias a la utilización de los conventos desamortizados por parte del poder civil, para abrir plazas en una trama urbana demasiado compacta, y para albergar organismos del Estado.
La Universidad Central se instaló en el antiguo Noviciado de los jesuitas, el Senado en el Colegio agustino de María de Aragón y el Congreso de Diputados en la iglesia del Espíritu Santo.
El mercado de Los Mostenses se abrió sobre el solar dejado por el convento de Premostratenses y el mercado de San Miguel sobre la derribada iglesia de San Miguel de los Octoes. La Catedral que se disponían a levantar los aristócratas de La Restauración Borbonica hubiera sido, de llevarse a buen término, un bello ejemplar de revival gótico, en plena Revolución Industrial.
Sin embargo, aquella catedral proyectada por el Marqués de Cubas, el arquitecto más prolífico de aquella época, no pudo construirse porque tras los primeros momentos de euforia, cuando nuevos y viejos ricos aportaron considerables sumas para la obra, llegaron las dificultades financieras, debidas a la falta de continuidad en las nuevas entregas de dinero por parte de los fieles.
Tras el rápido crecimiento económico del período 1876-1886, conocido como la 'fiebre del oro", que coincidió con el nacimiento de la idea de la Catedral de la Almudena, vinieron años de crisis y tan sólo la Cripta avanzó lo suficiente para mantener la unidad de estilo, resultando un ejemplo magnífico de la interpretación que del románico hicieron los arquitectos Francisco de Cubas y Enrique María Repullés.
Cuando comenzaron las obras de la nueva Catedral de Madrid, frente a la Plaza de la Armería, fue preciso derribar viejos barracones militares de la Guardia Real y trazar de nuevo la Cuesta de la Vega, que aún conservaba el aire medieval, debido a las tortuosas y empinadas rampas que ascendían desde las huertas del Puente de Segovia hasta las puertas abiertas sobre los restos de la muralla árabe.
Las escelentes relaciones de Francisco de Cuba, con las autoridades eclesiásticas permitieron al arquitecto, que militaba en la llamada Unión Conservadora, recibir muy numerosos encargos de iglesias y conventos, aunque el más importante, sin duda, sería éste de la nueva Catedral de la Almudena.
¿Por qué el estilo gótico para una catedral moderna? Los arquitectos occidentales del siglo XIX se inspiraron en el romanticismo de la época medieval. Los nazarenos alemanes pintaron en los estilos de la baja Edad Media, el escritor escocés Walter Scott recreó en Ivanhoe o Quintin Durward un pasado medieval de legendarias aventuras, los pintores ingleses de la Hermandad prerrafaelista rechazaron la pintura del renacimiento y barroco, para volver al arte anterior a Rafael de Urbino.
En arquitectura, el ejemplo más brillante del estilo neo-gótico del XIX fue el Parlamento de Londres, a orilla del Támesis, proyectado por Barry y Pugin y construido entre 1836 y 1860. Era lógico, por lo tanto, que el marqués de Cubas eligiese también el gótico para su romántico sueño, en el que veía una catedral de afiladas agujas de piedra apuntando hacia el cielo de Madrid.
Del espléndido conjunto proyectado por Cubas tan sólo se realizó una mínima parte: la Cripta, lugar de enterramiento de las grandes familias que en un principio se pensó también para albergar el sepulcro de la llorada reina Mercedes, prima y esposa de Alfonso XII, fallecida en 1878, cuando tan sólo contaba 18 años. Los restos de la reina Mercedes descansan en el Panteón de El Escorial, aunque aún no se ha olvidado aquella primitiva idea y se conserva la capilla funeraria en la
Cripta de la Almudena, en el lado de poniente, la única zona que recibe luz natural por elevarse sobre el Campo del Moro.
La imagen gótica que Cubas propuso para la catedral, sobre la cripta de estilo románico, tenía pináculos y agujas, entre las que destacaba la central, sobre el crucero, inspirada en la catedral de Reims.
Sobre la Cripta quedaron, durante más de medio siglo, las primeras piedras de los muros y pilares. Fueron languideciendo las obras bajo la dirección de famosos arquitectos como Enrique M. Repullés, el autor de la Bolsa de Comercio, quien tan sólo pudo terminar esta Cripta, dibujando más de cien capiteles románicos distintos con temas de plantas, animales, castillos y asombrosas figuras geométricas, en un ejercicio de imaginación desbordante.
Tras la victoria de las tropas dirigidas por Franco en la Guerra Civil se convocó un concurso para terminar definitivamente la catedral, resultando ganadores Carlos Sidro y Fernando Chueca Goitia, que plantearon un exterior clasicista, mientras que mantenían para el interior los pilares nervados y las bóvedas de aguja del gótico. Esta doble piel resultó muy difícil de resolver a pesar del esfuerzo de diseño del arquitecto Chueca Goitia, interesado en crear una imagen coherente con el barroco clasicista, de inspiración piamontesa, del Palacio Real.
Con el Alcalde Enrique Tierno Galván el impulso político y económico fue suficiente para concluir la cúpula sobre el transepto. Por fin, en mayo de 1993 la Catedral fue consagrada por el Papa Juan Pablo II en un acto inolvidable para los fieles madrileños.
La fachada de la catedral fue lo primero que se terminó, en 1960, definiendo el espacio entre el templo y la Plaza de la Armería, con una columnata sobre la entrada que a muchos críticos ha parecido excesiva para cubrir un espacio que no tiene uso alguno, ni siquiera el de iluminar la nave central de la iglesia.
El que la Catedral se encuentre tan mal relacionada con la calle Bailén es un problema que viene de antiguo. A lo largo de los siglos el entorno del Alcázar madrileño, luego Palacio Real, había sido un caos de callejuelas, desmontes y barracones militares de la Guardia Real. El trazado de la calle Bailén es del siglo XIX, cuando se pensó continuar hasta la basílica de San Francisco por un Viaducto que cruzase el barranco de la calle de Segovia. Las dependencias arzobispales anejas a la Catedral merecen un acabado coherente con el conjunto que forme una fachada unitaria en este lugar simbólico de la historia madrileña.